domingo, 18 de octubre de 2009

Los Terceros

Escasos son los datos que poseemos acerca del aspecto de
Buenos Aires en los albores del siglo XVI,
debemos confiar en informaciones llegadas
de los viajeros y en las huellas e indicios
que quedaron de ese tiempo.



Cuando Garay fundó la ciudad eligió la meseta limitada por la Plaza San Martín y el Parque Lezama.

Esa meseta era el paraje más seguro contra la crecida del río, tenía en sus puntos más sobresalientes veinte metros de altura sobre el nivel de las aguas y, estaba bordada en sus flancos por dos largos zanjones que con las lluvias se convertían en impetuosos arrojos.

La costa porteña es de tosca y a ella sólo podía bajarse siguiendo la desembocadura de los zanjones que surcaban la futura ciudad, constituyendo el vehículo natural de sus aguas pluviales y, que limitaron durante mucho tiempo su expansión y crecimiento urbano a causa de las dificultades que causaban a los habitantes de fuera de ellos cuando llovía, sobre todo con respecto al abastecimiento. Por eso el Retiro y el Socorro se poblaron después del oeste.

Algunas de las ondulaciones que hoy podemos observar en el suelo de Buenos Aires, fueron originadas por el cauce de esos arroyos tristemente célebres y conocidos con el nombre de “Terceros”. El origen de este nombre se debió a que así llamaba el pueblo a los recolectores de basura; paradójicamente a esos cursos de agua se arrojaban los trastos inservibles, creyendo equivocadamente, que en épocas de lluvias llegarían al río, obteniendo así solo contaminación.

Hasta el año 1870 las esquinas por donde corrían los “Terceros” tenían puentes. En 1885 don Torcuato de Alvear, primer intendente porteño, comienza a cambiar la fisonomía de la ciudad eliminando los puntes y entubando los Terceros. No obstante los días en que hay gran afluencia de agua el “Tercero del Medio”, suele protestar, ahora que está prisionero en el subsuelo de Buenos Aires, y su murmullo se percibe en el pasaje Tres Sargentos.

Los principales “Terceros”, eran: el “Zanjón Primero” o “Tercero del Sud”; El "Zanjón Segundo” o “Tercero del Medio”; y el “Zanjón de Granados” o “Gregorio o Goyo Viera” o “Tercero Manso”.

El Primero o “ Tercero del Sud”: corría desde Plaza Constitución, llegaba a la calle México recorriéndola cerca de dos cuadras, torcía su curso hacia el sud, tomando la calle Chile y desaguaba en el Zanjón del Hospital, así llamado pues en las cercanías se hallaba el Hospital San Martín, que a su vez, vertía las aguas en el río.

El curso del Tercero del Sud marcaba el inicio del arrabal al que se denominó Alto de San Pedro.

Su cauce variaba durante el recorrido en profundidad y anchura. Durante el verano era un hondo cañadón casi seco mientras que en épocas de lluvias desbordaba inundando los aledaños.

A la altura de la calle Perú y Chile fue construido un puente por orden del Virrey Vértiz para unir el norte y el sur de la ciudad en épocas de lluvias; se lo conoció como el puente de Granados por estar en tierras de propiedad de dicha familia.

El Segundo o “Tercero del Centro, o “Tercero del Medio”: se formaba en los alrededores de la plaza Congreso siguiendo en forma zigzagueante por Corrientes, libertad, Tucumán y Cerrito para formar un bañado en la Plazoleta de Viamonte y Suipacha, desde allí se seguía por el zanjón de Matorras hasta el pasaje de Tres Sargentos desaguando en el río.

En el año 1827, Santiago Wilde inauguró el Parque Argentino, un lugar de diversiones a la usanza europea, en la manzana de Viamonte, Córdoba, Uruguay y Paraná. Pero cuando llovía los concurrentes no podían llegar, así fue que combinó con don Pablo Villarino, vecino de la zona, que poseía una casa con mirador para que este colocara en el mismo dos banderas blancas y rojas cuando se podía pasar. Si estas no estaban, la concurrencia sabía que el “Tercero” no les permitía llegar. La empresa tuvo que ser abandonada al tiempo por lo difícil que era el acceso.

El Tercero Manso, o de Granados, o de Goyo, o GregorioViera: era el más extenso. Juntaba el agua de tres lagunas que se concentraban alrededor de la esquina de Saavedra y Belgrano, además de un amplio bañado en Anchorena, Corrientes, Pasteur y Córdoba. Después de una serie de vueltas seguía por detrás de la recoleta cruzando por Avenida Libertador para desaguar en el Río a la altura de la calle Austria.

Los Terceros llegaban a tener una poderosa correntada en épocas de lluvias o crecientes arrastrando lo que se interponía a su paso formando además lagunas y pantanos; era una pesadilla para el vecindario de Buenos Aires. Llegaban a generar inundaciones que la historia ciudadana no olvida, como sucedió en el año 1780 en que llovió treinta y cinco días seguidos.; fue para el mes de agosto, coincidiendo con Santa Rosa. La ciudad quedó cercada por el agua, la gente permaneció en sus casas comiendo viandas secas.

Los pantanos y hondonadas eran ya peligrosos que se debieron poner centinelas a lo largo de la actual calle Rivadavia para proteger a los eventuales transeúntes.

En la Plaza del Parque (actual Lavalle) el caudal del “Tercero del Centro” formó una laguna donde se podían cazar patos en sus nauseabundas aguas que bañaban un enorme basural que estaba donde hoy se encuentra el Teatro Colón.

De vez en cuando, los Terceros, nos sorprenden recordándonos el pasado y aparecen sorpresivamente. En septiembre de 1860 se hundió un patio en la calle Chile 370 dejando ver una galería llena de agua con los caños adyacentes ; anteriormente en 1957 en una obra en construcción en Chile 362 se descubrió un subterráneo con una curva, tenía entre cuatro y cinco metros de diámetro, construido con ladrillos antiguos. Más tarde se descubrió en Defensa 726 una galería parecida que cruzaba la calle: entraba por 727 y 747 doblando luego por Independencia, casi en ángulo recto. En 1986 estando en obras el caserón de Defensa 757, vuelve a aparecer la galería con sus paredes revestidas de ladrillos y techo en arco, de medio metro de circunferencia. Estaba relleno de escombros, hallándose objetos de mucha antigüedad: botellas de cerveza, frascos de ginebra, herraduras, trozos de porcelana inglesa y alemana, estribos y hornillos de hierro.

Estos “Terceros” que hoy parecen tan distantes, sobreviven como arroyos subterráneos entubados, que conjuntamente con el Maldonado, Vega, Cildañez, Medrano y otros llegan al Riachuelo siendo los desagües de la ciudad.


© Peña de Historia del Sur. Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá, Beatriz Clavenna


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Versión para Internet del artículo publicado en Julio de 1993.



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